El ensayo analiza cómo se formó la personalidad y carácter de los argentinos, sus rasgos y defectos básicos, esto es, la falta de identificación emocional con la patria, la viveza criolla, el narcisismo y la pasión por cuidar las apariencias, la falta de interés por participar en la cosa pública y por último, el defecto más conocido: la soberbia, que impide tanto el afán de superación como el conocimiento de la verdadera identidad argentina, esa que se oculta “detrás de la máscara de Narciso”.
El autor sostiene que la sociedad demuestra gran dificultad para interpretar correctamente la realidad pues vive según una serie de creencias muy discutibles: cree que es “talentosa”, que su país es “importante” y que es un “misterio” que no prospere con tantos “recursos humanos maravillosos”.
En la parte dedicada a la teoría política, explica que de las tres grandes filosofías políticas de la era moderna: el liberalismo constitucional, la socialdemocracia europea y el socialismo (ya sea de mentalidad fascista o marxista, reflejados en el estatismo), la sociedad argentina hace más de un siglo que continúa detenida en la última y que las derechas “liberales” desprestigiaron el liberalismo al avasallar la constitución nacional. En la última parte concluye que la característica filosófica esencial de la sociedad argentina es vivir “en contra de la verdad, preferir lo falso sobre sí misma y el mundo que la rodea.
Sálvese quien pueda (patología de la sociedad argentina) promete convertirse en un clásico sobre la forma de ser de los argentinos. Es intemporal, aplicable a cualquier época, fácil de leer, ameno, pero a la vez bien fundamentado.
“El constitucionalismo liberal es la única filosofía política que salvara a los argentinos de los atropellos de la clase política.